Autora: Laura Ibáñez
Viernes, 20 de junio de 2025

Foto: Laura Ibáñez
Desde hace ya XVI ediciones, el Yaku Raymi o Fiesta del Agua, un ritual andino ancestral que celebra a la Yaku Mama o Madre del Agua, tiene como emplazamiento privilegiado en Cajamarca las lagunas de Alto Perú. Ubicadas en la provincia de San Pablo, se trata de un ecosistema de jalca situado entre los 3650 y los 4800 m.s.n.m. que alberga 284 lagunas y más de 700 cuerpos de agua. Esta fuente de vida inagotable es el hogar de 48 especies de ave, lo que la convierte en un lugar ideal para quienes gustan de observar a estos animalitos. Las comunidades aledañas disfrutan, igualmente, de los beneficios ecosistémicos proporcionados por las lagunas, emprendiendo proyectos propios de vida que toman diferente forma como la piscicultura o la crianza de vicuñas.
No es de extrañar que se haya buscado proporcionar mayor protección a este entorno único. En octubre de 2013, el Gobierno Regional de Cajamarca, a través de la Gerencia Regional de Recursos Naturales y Gestión del Medio Ambiente (RENAMA), elevó la propuesta de declarar las lagunas del Alto Perú, San Cirilo y Yanacanchilla como sitio Ramsar ante el Ministerio del Ambiente (MINAM). La Convención sobre los Humedales o Convención Ramsar fue adoptada en 1971 en la ciudad iraní de Ramsar y tiene como propósito conservar y hacer un uso racional de los humedales que ameritan una especial protección dada la riqueza y singularidad de su biodiversidad. Perú se adhirió a esta convención en 1992, contando ya con 14 sitios Ramsar, lo que equivale a 6.789.685 ha. Lamentablemente, las lagunas del Alto Perú no se encuentran entre estos lugares de especial protección, no habiendo prosperado hasta la fecha los esfuerzos realizados en este sentido.

Foto: Paul Vilchez
Riesgos en aumento
Si, por un lado, no se han tomado medidas concretas para la protección de las lagunas del Alto Perú, por el otro, se han incrementado los riesgos y amenazas para este frágil ecosistema. Así, el primer dato alarmante es que el 98% del terreno que comprende estas lagunas ha sido concesionado a empresas mineras. Ello las deja en una total indefensión frente a proyectos extractivos que decidan instalarse en la zona. En cualquier momento. Con total respaldo legal. De igual modo, obliga a las comunidades locales a mantener una vigilancia constante para enfrentar esta amenaza latente.
Si la minería formal se mantiene como una amenaza, la informal e ilegal es ya una realidad en la zona. Así, agricultores han denunciado que mineros informales e ilegales operan en terrenos concesionados a la empresa minera Yanacocha. Este hecho plantea la interrogante de cómo han podido asentarse en estos lugares y por qué la empresa concesionaria no actúa legal y eficazmente para desalojarlos. En todo caso, algo sí está claro. La Dirección Regional de Minería puede actuar de oficio para verificar in situ si se trata de mineros ilegales para lo cual tiene el mandato legal para cerrar sus actividades inmediatamente. En su defecto, también la Fiscalía Ambiental (FEMA), de la mano de policía ecológica, puede actuar de oficio para establecer si hay pequeña minería formalizada que esté causando daños ambientales (cambio de uso de suelo que afecte la capacidad de recarga del agua, desbroce de suelo que pueda causar procesos de oxidación y drenaje de aguas ácidas que fluyan a los cuerpos de agua o se infiltren en el subsuelo, etc.), con lo cual está facultada para frenar las actividades mineras que podrían dañar este ecosistema de manera grave e irreparable.

Foto: Laura Ibáñez
La puesta en valor como medida de protección
El futuro de estas lagunas no pasa por explotar los números bienes que contienen hasta que ya no quede nada. Por el contrario, se precisa poner en valor los proyectos productivos que ya desarrollan las comunidades locales ubicadas en la zona. Proyectos vinculados al ecoturismo, a la piscicultura, la producción de lácteos o la crianza de vicuñas pueden estar alineados con un uso sostenible de los bienes naturales al tiempo que proveen condiciones para el Buen Vivir de quienes habitan en el lugar desde hace generaciones.
Asimismo, es imprescindible que se anulen las concesiones mineras. Este es un paso esencial para retomar la declaratoria de sitio Ramsar para las lagunas del Alto Perú y proporcionarles así la protección que merecen.
Sin duda, cuando se ven y se sienten las lagunas del Alto Perú, se hace más evidente esa frase apasionada que repiten sin cesar ronderas y ronderos valientes: “Mi sangre, mi vida, todo por el agua”.

Foto: Laura Ibáñez
Para saber más: Lagunas de Alto Perú en San Pablo (Cajamarca) – Propuesta Ramsar