Martes 22 de abril, 2025

Jorge Mario Bergoglio, argentino de la Orden Jesuita quien fuera el primer papa latinoamericano y gran reformador de la Iglesia católica, falleció a los 88 años tras un deterioro en su salud a causa de una pulmonía bilateral.

Por: Yovana S. Retto

el logo plasmado en el polo fue creado para la Gran marcha nacional por el agua, llevada a cabo desde la región Cajamarca hacia a Lima.
Foto: El Correo

Francisco I partió de este mundo entristeciendo los corazones de los verdaderos fieles, sin embargo, entre su enorme legado marcado por el amor, la paz y la humildad deja también para siempre su búsqueda por una justicia social y ambiental, consignas plasmadas en su encíclica Laudato Si´, documento presentado en el 2015 en el que resalta su crítica al consumismo y promueve la “conversión ecológica”, además de hacer un llamado urgente a proteger el planeta, al que denominó la “casa común”.

Su legado ambiental

Entre las citas más reflexivas y potentes que llaman a la acción ambiental ubicamos: “La destrucción del ambiente humano es algo muy serio, porque Dios no solo le encomendó el mundo al ser humano, sino que su propia vida es un don que debe ser protegido de diversas formas de degradación. Toda pretensión de cuidar y mejorar el mundo supone cambios profundos en «los estilos de vida, los modelos de producción y de consumo, las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad»; en esta cita se puede apreciar la crítica hacia el consumismo y hacia los nuevos modelos de producción que ponen en peligro la vida al degradar el medio ambiente.

Su llamado a la reflexión ambiental se ahonda conforme avanza el número de citas, así por ejemplo en la cita 21, nos dice “La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería. En muchos lugares del planeta, los ancianos añoran los paisajes de otros tiempos, que ahora se ven inundados de basura…”, una descripción exacta de la realidad que vivimos producto del acelerado desarrollo de las industrias en detrimento de la salud y la vida de cuanta especie habita en el planeta.

Otro dicho que más resalta en el Laudato Si´ es el que se manifiesta en la cita 29, donde se evidencia el conocimiento y profunda conciencia del líder de la Iglesia católica sobre los graves daños que el extractivismo causa a las fuentes agua; “Las aguas subterráneas en muchos lugares están amenazadas por la contaminación que producen algunas actividades extractivas, agrícolas e industriales, sobre todo en países donde no hay una reglamentación y controles suficientes (…). Los detergentes y productos químicos que utiliza la población en muchos lugares del mundo siguen derramándose en ríos, lagos y mares”, sentenció.

Su postura contra el extractivismo

Ciertamente la voracidad de las empresas extractivas envenena y desaparece fuentes hídricas en complicidad con políticos gobernantes que ignoran los derechos de las comunidades más vulnerables y desconocen o aparentan desconocer que la naturaleza también tiene derechos.  “Por ello hay una verdadera «deuda ecológica», particularmente entre el Norte y el Sur, relacionada con desequilibrios comerciales con consecuencias en el ámbito ecológico, así como con el uso desproporcionado de los recursos naturales llevado a cabo históricamente por algunos países (…). Constatamos que con frecuencia las empresas que obran así son multinacionales, que hacen aquí lo que no se les permite en países desarrollados o del llamado primer mundo. Generalmente, al cesar sus actividades y al retirarse, dejan grandes pasivos humanos y ambientales”. Esta es otra expresión precisa del abuso que padecen los países latinoamericanos producto de la ambición perversa de la economía extractivista, y por eso llamaba a aprender de los pueblos que cuidan la tierra y el agua “Para ellos, la tierra no es una mercancía sino un regalo de Dios y de sus antepasados ​​que descansan allí, un espacio sagrado con el que necesitan interactuar si desean mantener su identidad y sus valores (…) Sin embargo, en varias partes del mundo, se les está presionando para que abandonen sus países de origen para dejar espacio para (…) proyectos mineros que se llevan a cabo sin tener en cuenta la degradación de la naturaleza y la cultura «. (Laudato Si’, 146´)

Estas y muchas otras reflexiones difundidas por Francisco dan cuenta de su verdadera empatía para con los más pobres y los marginados, a quienes defendió en todo momento instando a los gobernantes a respetar los derechos humanos, y reconociendo la labor de las organizaciones de la sociedad civil tal y como se reflejó en el Laudato Si 38, donde señaló que “Es loable la tarea de organismos internacionales y de organizaciones de la sociedad civil que sensibilizan a las poblaciones y cooperan críticamente, también utilizando legítimos mecanismos de presión, para que cada gobierno cumpla con su propio e indelegable deber de preservar el ambiente y los recursos naturales de su país, sin venderse a intereses espurios locales o internacionales”.

Sin duda su búsqueda por la paz y la justicia es tan extensa como el amor que impartió al mundo y como la admiración y respeto que infundió al defender a quienes denunciaron ser víctimas de distintos tipos de abuso por algunos ministros eclesiásticos, contra quienes la máxima autoridad de la iglesia impuso sanciones justas luego de pedir perdón a las víctimas.

Durante su última aparición pública en la Plaza San Pedro al celebrarse el domingo de resurrección el Santo Padre se despidió del mundo diciendo “Renovemos nuestra esperanza y nuestra confianza en los demás, incluso en quienes son diferentes a nosotros o vienen de tierras lejanas, trayendo costumbres, formas de vida e ideas desconocidas. Porque todos somos hijos de Dios”.

Su fallecimiento enluta a la comunidad católica que admiró y aplaudió las acciones que el sumo pontífice realizó en vida.

¡Hasta siempre, Papa Francisco!