Martes, 02 de setiembre de 2025
Autoría: Laura Ibáñez

“Antes que se iniciara la minera Gold Fields, el río [Tingo Maygasbamba] todavía tenía vida. Ahí nomás la instalación de la minera Tantahuatay y ahorita la minera Coimolache [sulfuros]. Ya ese río está completamente muerto nuevamente. Eso nos ha urgido reconocernos a nivel nacional para poder reclamar nuestros derechos y la vida de nuestros ríos”. Así narra Segundo Víctor Ramírez el nacimiento de la Asociación Provincial de Vigilancia y Monitoreo Ambiental de la provincia de Hualgayoc-Bambamarca que él mismo preside. La agrupación, que cumplió su segundo aniversario en agosto, actualmente promueve una ordenanza municipal que le permitiría obtener reconocimiento legal para los resultados obtenidos en los monitoreos de calidad de agua.
Desde el 2018, tres comités, pertenecientes al centro poblado Llaucán y los caseríos Totoramayo y La Lucma, se han encargado de vigilar y monitorear la salud de los ríos Tingo Maygasbamba, Llaucano y Totoramayo, pertenecientes a la cuenca Llaucano. Son los mismos comités que componen la asociación. Por tanto, la ordenanza daría cobertura a su labor comunitaria de defensa y protección del patrimonio natural. En palabras de Ramírez: “La asociación reconocerá también a los comités de vigilancia en la zona rural”.
Además, sería el modo de obtener legitimidad ante las autoridades. “Podríamos lograr trabajar algunos proyectos como la creación de áreas de conservación ambiental, que es competencia de nuestra municipalidad, a través de la gestión de la asociación de monitores ambientales”, precisa Héctor Manosalva, subgerente de Gestión Ambiental y Áreas Verdes de la Municipalidad Provincial de Hualgayoc.
Midiendo el pulso de los ríos
Los análisis realizados por laboratorios acreditados miden parámetros físico-químicos tales como el pH o la temperatura. Además de emplear equipos costosos y no siempre accesibles para las comunidades, se olvidan del factor más importante de todos: la vida.
En cambio, las labores de vigilancia ambiental llevadas a cabo por las comunidades priorizan la presencia de macroinvertebrados bentónicos (MIB), “bichitos” indicadores de buena calidad de agua. Como explica el ingeniero ambiental Cesáreo Cueva, quien, de la mano de Grufides, provee acompañamiento técnico en los trabajos de vigilancia ambiental: “Si encontramos estos bichitos, el agua está sana. Si ellos desaparecen, el agua está en peligro o está muerta. La gente misma lo ve de cerca. Ven a los bichitos nadando, patinando, saltando como en una película. Ellos los clasifican, les dan sus puntajes y determinan si el agua está limpia o sana”.
Consulta el proceso de monitoreo con MIB en el enlace

Comunidades empoderadas
De este modo, las comunidades se capacitan y se apropian de la técnica del monitoreo con MIB. Además, conocen y controlan la calidad de sus propias aguas de primera mano. Se convierten así en protagonistas en el cuidado de sus bienes naturales, empoderándose en su actuar como defensores/as ambientales. “Desde el conflicto Conga, la gente solo reclamaba con la voz. Decía, por ejemplo: ‘He visto mi río de color naranja, de color a chocolate. Posiblemente está contaminado. Por eso, estoy saliendo a las calles’, pero no había ningún sustento científico”. Y prosigue: “Hoy en día los comités están aprendiendo, familiarizándose poco a poco con esta metodología para contrastar con los que realizan también monitoreo, las actividades mineras, para ser escuchados por nuestras autoridades”. En el caso de estas últimas, el monitoreo se limita a los parámetros físico-químicos medidos en laboratorio. Es ahí donde la técnica de monitoreo con MIB marca la diferencia.
La verdad que esconden los “bichitos del agua”
Como precisa Cueva, actualmente, se dispone de información de 23 ríos pertenecientes a las cuencas Jequetepeque, Crisnejas, La Llanga y Llaucano. La misma se encuentra recogida en el Informe de resultados del monitoreo comunitario de la calidad del agua de los ríos, región Cajamarca. 2021-2024.
Con respecto a la cuenca Llaucano, el ingeniero precisa: “Hasta la actualidad se ha mantenido la calidad estable y muy buena que contiene el río Llaucano en la parte alta y también el río Totoramayo, pero el río Tingo Maygasbamba se mantiene con degradación del ecosistema acuático. Prácticamente tenemos un río muerto porque no encontramos macroinvertebrados. Cero macroinvertebrados bentónicos desde el 2018 hasta la actualidad”.
De acuerdo con Cueva, ello contrasta con lo afirmado por organismos oficiales: “OEFA, ANA difunden en las comunidades que el río Tingo Maygasbamba contiene agua limpia. ¿Qué debemos hacer nosotros? ¿Tenemos que seguir escuchándolos a ellos? No. Tenemos que continuar con esta metodología de los macroinvertebrados bentónicos, tejer más redes y trabajar de manera articulada con los comités de vigilancia ambiental del sur, centro y norte de Perú”.

Guardianes/as del agua en pie de defensa
Como auténticos/as guardianes/as de ríos y lagunas, los comités prosiguen con sus labores de vigilancia y monitoreo ambiental. Es, por eso, que Ramírez mantiene su compromiso no solo de continuar vigilando la calidad de sus ríos, sino también de ampliar el alcance de su trabajo de defensa ambiental. Como él mismo expresa: “Todavía no hemos tocado el río Arascorgue, pero en este año ya hemos tomado la expectativa de vigilarlo para que tenga el Estado conocimiento de que hay mucho interés de parte de la sociedad civil y de los moradores aledaños que están cerca tanto a este río como al río Tingo Maygasbamba”.
Cuando la sociedad civil se mantiene comprometida y firme en favor del bien común solo queda esperar que las autoridades se encuentren a la altura de esta loable labor.