Guarango Cine y Video es el equipo de documentalistas detrás de filmes tan comprometidos y necesarios como Choropampa, el precio del oro, Tambogrande y De ollas y sueños. Su última cinta, Hija de la laguna, ha concitado tanta atención que su tráiler es el más visto en la historia del cine peruano. Se estrena en el Festival de Lima.
Escribe: Óscar Miranda
Ernesto 'Tito' Cabellos recuerda que llevaban varios meses filmando. Stephanie Boyd, la directora, y él, a la sazón productor, se habían mudado a la ciudad de Cajamarca para filmar un documental sobre la lucha de los comuneros de Choropampa contra la minera Yanacocha, que se negaba a atender sus reclamos de atención médica y reparación económica, luego de la contaminación causada por el derrame de 151 kilos de mercurio en el camino que atraviesa el pueblo.
Esa mañana, Lot Saavedra, el joven alcalde de Choropampa, los llamó por teléfono. La población iba a decidir esa noche si se iban al paro. Cabellos le dijo que en ese mismo momento salían para allá. Pero Saavedra les contó algo más.
-La minera dice que ustedes han ido a ofrecer lo que han grabado a cambio de dinero.
Cabellos y Boyd se quedaron de una pieza. ¿Cómo era posible que hubieran dicho eso?
El alcalde les dijo que él les creía. Pero que debían hablar ante los comuneros para convencerlos de que no era cierto.
Esa noche, en el mercado de Choropampa, casi a oscuras, iluminados solamente por un par de linternas, los documentalistas tomaron la palabra. Le recordaron a la gente que habían pasado los últimos meses acompañándolos en sus reuniones, en sus gestiones ante las autoridades. Los habían escuchado contar las dolencias que había dejado el mercurio en sus cuerpos. Habían visitado sus casas. Se conocían mutuamente. ¿Cómo podían dudar de ellos? Cabellos les mostró un papel, el cargo sellado de la carta que esa misma tarde habían llevado a la minera rechazando el infundio. La minera quería impedir que ellos continuaran registrando la lucha del pueblo. Pero ellos no se amilanarían.
¿Podía Choropampa seguir confiando en ellos?
Los hombres y mujeres de Choropampa les dijeron que sí, que les creían. Los de la mina eran unos mentirosos. Esa misma noche acordaron tomar la carretera e iniciar un paro indefinido hasta que las autoridades escucharan sus demandas. Cabellos y Boyd estuvieron allí y filmaron todo. El documental arrancaría precisamente con esos momentos en los que la comunidad se dirige, decidida, con linternas en mano, hacia el camino.
Quince años después, Tito Cabellos recuerda con claridad esos momentos. En sus 21 años de carrera, fue una de las cosas que más lo han emocionado.
Historias de rebeldía
La producción cinematográfica nacional nunca ha sido prolífica (aunque en los últimos años el número de cintas que se ruedan es cada vez mayor). Los realizadores locales han preferido transitar el camino de la ficción, sea en su orilla comercial o en la de autor. Los documentales siguen siendo una rareza. Pero lo son más cuando quienes los hacen eligen contar historias que les pueden resultar incómodas y lejanas al peruano de la costa, protagonista del crecimiento económico. Historias de pueblos del interior que se rebelan ante el modelo extractivo imperante. Historias de ciudadanos y comunidades que se enfrentan a la gran minería. El tipo de historias que nunca serán éxitos de taquilla, si es que llegan a exhibirse en salas comerciales. Historias arriesgadas, pero necesarias.
Los miembros de Guarango Cine y Video son de los que eligieron ocuparse de este tipo de historias. Como lo cuenta Tito Cabellos, su director, desde su fundación, en 1994, se propusieron hacer cine y video, de forma independiente, que abordara asuntos de importancia para el país. Medio ambiente. Desarrollo. Cultura. Siempre con un enfoque social. Entre sus fundadores estuvieron el realizador suizo-peruano Stefan Kaspar y el actor Marino León (director y protagonista de la recordada Gregorio, respectivamente) y por eso nació como una suerte de heredera de las ideas del Grupo Chaski, esa casa cinematográfica que fue responsable de algunas de las cintas más emblemáticas del cine peruano de los ochenta.
Su primera película, que era una demostración de su compromiso con la realidad y con los menos favorecidos, fue precisamente Choropampa, el precio del oro (2002). Stephanie Boyd y Cabellos habían planeado filmar un documental bastante general sobre las comunidades ubicadas alrededor de la mina Yanacocha cuando, en junio de 2000, ocurrió el derrame de mercurio. La periodista canadiense viajó a Choropampa a hacer un reconocimiento de la gravedad del problema. Cuando volvió, le dijo a su productor que “Choropampa era la historia”. Se instalaron en Cajamarca. Y filmaron sin parar.
El documental fue estrenado en 2002 en el Congreso, gracias a las gestiones de Javier Diez Canseco. Luego, se emitió por Canal N. A mucha gente le abrió los ojos sobre lo que ocurría en las comunidades afectadas por Yanacocha.
Su siguiente largometraje fue la historia de los campesinos de Tambogrande, que defendían sus tierras ante la amenaza que significaba la llegada al valle de la minera canadiense Manhattan. La cinta registró la histórica consulta vecinal en la que los pobladores decidieron que la minera se fuera. Y el extraño crimen del empresario agrícola Godofredo García, que algunos hoy todavía atribuyen a una presunta represalia por su papel como líder de los agricultores.
Tambogrande (2007) fue exhibido en decenas de festivales y muestras en el Perú y en el extranjero y ganó cerca de 20 premios (Choropampa ganó 10). Uno de los que Cabellos más recuerda es el que le entregó el cineasta chileno Patricio Guzmán, a quien considera uno de sus maestros.
Álbum del país
Precisamente Patricio Guzmán tiene una frase, “Un país sin documentales es como una familia sin álbum de fotografías”, que Tito Cabellos recuerda para explicar cómo es que, en 2007, Guarango se embarcó en un documental sobre la cocina peruana como eje de nuestra identidad. El resultado fue De ollas y sueños (2009), cinta en la que, entre otras cosas, vemos el nacimiento de ese gran movimiento cocinero que, con Gastón Acurio a la cabeza, ha cambiado la vida de muchos peruanos partícipes de la gran cadena de producción de alimentos en el país.
De ollas y sueños fue la foto de la familia feliz, en la cocina, compartiendo un momento hermoso. Pero en 2009 Guarango volvió a los retratos de los problemas familiares. La operación de vigilancia a Marco Arana y a los activistas medioambientales de la ONG Grufides, descubierta por Edmundo Cruz en La República, fue el tema de su siguiente largo, Operación Diablo (2010). Un documento para las generaciones futuras sobre cómo la empresa privada puede llegar al extremo de adoptar métodos de inteligencia copiados del montesinismo con el propósito de combatir a quienes considera sus enemigos.
El último filme de los Guarango, Hija de la laguna (2015), viene a completar un ciclo sobre personajes defensores del medio ambiente frente a las industrias que amenazan con destruirlo. La protagonista del documental es Nélida Ayay Chilón, una comunera de Porcón Bajo que desde pequeña ha visto cómo la minería contaminaba las aguas de su pueblo mientras reprimía y enjuiciaba a quienes les hacían frente. Nélida decide estudiar Derecho en la ciudad para enfrentar este tipo de injusticias. En la película, a su lado, a través de su voz, vamos conociendo a otros defensores del agua y de la tierra en Cajamarca. La valiente Máxima Acuña. Los guardianes de las lagunas de Conga. Pero sobre todo la conocemos a ella, una mujer hecha en el campo, conectada espiritualmente con las lagunas y los ríos de su región. “El agua es la sangre de la tierra”, dice en algún momento. Convencida.
Al cierre de esta edición, el tráiler de Hija de la laguna, colgado en su página en Facebook, ha sido visto por más de 3.7 millones de personas. Eso es 600 mil más que el tráiler de Asu Mare!, la película más taquillera del cine nacional. Tito Cabellos no se lo explica pero le gusta pensar que hay muchísima más gente interesada en la defensa del medio ambiente de lo que podría pensarse. Una manera de comprobarlo será esperar su exhibición en el Festival de Lima, el 8 y 11 de agosto, y, luego, a fin de mes, en las salas comerciales. Hay un público interesado en historias reales que nos hablan de la lucha contra las injusticias. Historias arriesgadas, comprometidas, necesarias.
Diario La República
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