"Los afectados somos nosotros que estamos regando con esta agua sucia. Los pastos y el agua están contaminados. En consecuencia el ganado está contaminado y vamos a consumir los alimentos contaminados", dice Alejandro Pérez, campesino de San Mateo, mientras camina por las cercanías de una montaña de relave.
Su testimonio aparece en el documental Historias de Agua, presentado por la Red Muqui el jueves pasado, junto con un informe que alerta sobre el peligro de los relaves mineros en la zonas altas de la cuenca del río Rímac y la contaminación que supone para el agua de Lima.
Uno de los mayores peligros en esa zona es la relavera de la mina Tamboraque, que está en el kilómetro 90.5 de la carretera central y que hoy contiene un estimado de 300 mil toneladas métricas de residuos. Antes tuvo el doble. Está ubicado a unos metros del caudal del Rímac y diversos especialistas han dicho que de ocurrir un derrumbe no solo contaminaría el río sino que Lima podría quedarse sin agua por varias semanas.
Desde el 2008, el gobierno ha exigido a la empresa propietaria -hasta el año pasado Nyrstar- que traslade esos deshechos mineros a otra zona donde no sean tan peligrosos. El nuevo depósito de la empresa está ahora en las laderas del cerro Chinchán, en el distrito de Chicla. Hasta allí se han trasladado unas 300 mil toneladas métricas de deshechos desde las relaveras de Tamboraque.La población del lugar ha reclamado que también podría contaminar los afluentes del río Rímac que hay en la zona.
Nyrstar señaló el 2014 que no trasladó la totalidad de los relaves de Tamboraque porque los cúmulos de material ya estaban estabilizados y no había peligro de derrumbe. Su versión es puesta en duda por varios especialistas.
En Huarochirí hay numerosos pasivos ambientales dejados allí por las empresas que dejaron de operar. Es el caso de los depósitos de relave de Casapalca, Antuquito y Bellavista. El campo de relave de Casapalca queda también en Chinchán y es una enorme montaña gris que pone en peligro los afluentes del río Rímac que hay ahí.
La relavera Antuquito esta situada en la margen izquierda del Rímac y contiene unas 600 mil toneladas métricas de relaves producidos por la Cerro de Pasco Corporation y Centromin Perú. Ahí se han realizado labores de remediación pero durante décadas el polvo producido por erosión y el lavado del talud, en época de lluvias, contaminaron el río y las poblaciones aledañas.
En el depósito de relaves Bellavista hay 1.2 millones de toneladas métricas de desechos mineros producidos por la planta concentradora de Casapalca, operada por las dos minas citadas en el párrafo anterior. También contaminó durante décadas el río hablador y hoy se encuentra en proceso de remediación.
Hay otras empresas mineras que siguen operando y produciendo relave. Es el caso de Volcan, Los Quenuales, Compañía Minera Casapalca y Great Panther Silver (que compró Tamboraque a Nyrstar a fines de 2016).
Son diecisiete los depósitos de deshechos mineros (ver cuadro) los que, ubicados en las márgenes de la naciente del río Rímac, han contaminado y siguen contaminando sus aguas y a las poblaciones cercanas. Su cercanía con afluentes o con el mismo Rímac hace que en el caso de un sismo fuerte, o terremoto, el peligro de que esos materiales caigan al río y lo contaminen sea latente.
"Tenemos a toda la cuenca hidrográfica del Mantaro y del Rímac impactadas por el vertimiento de elementos químicos, que finalmente alcanzan a todos los pobladores que dependen de ambas cuencas. Es decir, se beneficia la ganancia inmediata, sin proyectar las medidas protectivas y preventivas", dice el informe de la Red Muqui.
El señor Genaro Aguilar es representante de la comunidad campesina de San Antonio y miembro de la Plataforma por la Defensa y Promoción del Medioambiente en las Cuencas Altas del río Rímac. Vive en San Mateo y ha visto cómo las minas operaban cerca de su comunidad y cómo crecieron con los años las montañas de relaves que las empresas mineras iban dejando.
"El problema del relave de Tamboraque y la posibilidad de un derrumbe, que muchos advierten, es el caso más conocido, pero hay muchos otros que no son tomados en cuenta", nos dice en una breve visita a Lima para brindar su testimonio de poblador afectado.
"En la margen izquierda por la microcuenca del río Aruri, que es afluente del Rímac, hay cinco pasivos ambientales abandonados. Allí el aire levanta el polvo de los minerales y este cae al río. No hay remediación. Eso pertenecía a la mina Millotingo y al Banco Minero, pero ya no existen y no se hace nada para remediar ese pasivo", cuenta.
"Otro afluente del Rímac es el río Mayo, perteneciente a la comunidad de Viso. Allí, en la parte alta, hay relaveras abandonadas que pertenecían a la mina San Donato. Allí se han hecho estudios que indican que las aguas del río Mayo tienen altas concentraciones de plomo, cadmio y mercurio".
La plataforma a la que pertenece don Genaro emitió un pronunciamiento en agosto pasado indicando lo siguiente:
"El deterioro ambiental se debe [...] principalmente a los numerosos pasivos ambientales de relaves, desmontes y agua de mina que existen en la cuenca alta del río Rímac,específicamente los pasivos de Tamboraque, los de la subcuenca Aruri, los de la quebrada Mayo y la quebrada Chinchán. Estos pasivos ambientales contienen metales y no metales tóxicos que al estar sin tratamiento y expuestos libremente, entra en contacto con los recursos naturales".
Ellos realizaron un estudio ambiental de agua, suelo y sedimento para profundizar en el problema y poder plantearle al gobierno sus inquietudes con mejores argumentos.
Los resultados fueron: "Exceso de concentración de plomo, cadmio, arsénico, cobre, manganeso, en agua que es usada para el cultivo de plantas. Esto mismo se corrobora en suelo y sedimento". Otros metales fueron hallados en varios puntos evaluados.
El peligro sobre la principal fuente de agua de la capital es permanente. Y, según los pobladores, el gobierno no exige o hace muy poco por la remediación de esos pasivos ambientales. "La empresa estatal Activos Mineros no considera pasivos ambientales a muchas de estas relaveras. Habrá que movilizarnos para que las tomen en cuenta", afirma don Genaro. Mientras tanto, el peligro sobre nuestra principal fuente de agua continúa.
Toda la cuenca hidrográfica del Mantaro y el Rímac es impactada por el vertimiento de elementos químicos.
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