La semana pasada, nuestro amigo Robert Moran, hidrogeólogo y geoquímico norteamericano, perdió la vida en un trágico accidente automovilístico y su esposa quedó gravemente herida. Robert Moran era muy conocido y respetado por su profundo conocimiento de los aspectos hidrológicos e hidrogeológicos en el sector minero y por su experiencia en el uso y la contaminación del agua en las explotaciones mineras. Bob trabajó con PAX en Colombia durante los últimos cinco años en varios proyectos. Su experticia, sus puntos de vista y su compromiso les permitieron a las comunidades vulnerables que afrontaban la perpectiva de una mina en el patio de sus casas o que ya conocían los impactos de una mina existente, estar a la altura en el campo de juego con las corporaciones mineras y poderosas autoridades gubernamentales.
En el mundo hay muchos hidrogeológos experimentados y con muchos conocimientos, pero muy pocos son capaces de mirar más allá de los datos. “Miremos la imagen más amplia”, era una de sus frases típicas, cuando sus interlocutores se perdían en los detalles y los enfoques fragmentados. Conocedor como nadie del ciclo de vida completo de las minas, insistía en verlo todo a largo plazo y enfatizaba la necesidad de tener datos de línea de base recogidos independientemente. Para ayudar a los campesinos locales a que comprendieran la importancia de la información buena e independiente, le gustaba citar a Mark Twain: “Una mina es un hueco en la tierra, con un mentiroso parado al lado.” Vio muy a menudo a comunidades desinformadas entrar en un diálogo desigual, con consecuencias de largo plazo.
Hay muchos hidrogeológos buenos y expertos, pero que raramente combinan su experticia con los instintos políticos. Bob lo hizo. “Sigue solamente el curso del agua y obtendrás el dinero y el poder”, acostumbraba a decir. Aquí era donde nos encontrábamos en un campo común. El agua limpia y la tierra fértil se han vuelto escasas en muchas partes del mundo y por lo tanto son fuente de conflictos sociales que pueden volverse violentos. Esto es especialmente cierto, en el caso cuando proyectos mineros lucrativos y comunidades rurales tienen que competir por los mismos recursos naturales.
Cuando comenzó su carrera hace 40 años, Bob trabajó como experto gubernamental y posteriormente como consultor de las mineras. Fue así como llegó a conocer por dentro y por fuera las estrategias gubernamentales y corporativas, experiencia que le sirvió mucho cuando decidió colocar su experticia al servicio de las comunidades. Una pregunta penetrante de Bob generalmente era suficiente para cortar de tajo con la retórica empresarial o para resaltar la necesidad de una mayor regulación y supervisión estatal.
Lo que queda son los buenos recuerdos del sentido del humor que lo caracterizaba, sus percepciones a menudo sorprendentes y sus sabias lecciones de vida. Un día escalábamos una montaña en dirección a una plataforma de perforación, en el corazón de los Andes colombianos, dificultosamente respirábamos y resollábamos del esfuerzo. Medio en broma y medio en serio me dijo entonces: “Cuando tenía cincuenta años, aún pensaba que sería inmortal. Ahora sé mejor.” Para muchas comunidades en zonas mineras en todo el mundo, su apoyo y compromiso tendrán una huella duradera e indeleble en su futuro.
Fuente: Pax en Colombia
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