Un nuevo año comienza y siempre esperamos los mejores augurios, que se cumplan todos los deseos, los sueños. Siempre un nuevo ciclo trae esperanza de que las cosas sean distintas. Para muchos, el sueño dura poco y la realidad explota en la cara. Los problemas siguen y las luchas de los pueblos continúan, como continúan la represión y los asesinatos de defensores y defensoras de la tierra, del agua, de los bosques, sin que eso signifique una gran ola de indignación en nuestra Patria grande, que logre hacer tambalear a los poderes que están detrás de los asesinatos, que logre terminar con la impunidad que campea en nuestra Abya Yala.
Recién se inicia el año y ya cinco personas, líderes y lideresas de sus comunidades, han sido asesinadas por defender los bienes comunes, en distintos países de América Latina.
El domingo 15 de enero en la comunidad Coloradas de la Virgen, estado de Chihuahua, México, el líder indígena del pueblo Rarámui Isidro Baldenegro López fue asesinado por quienes quieren talar el bosque de sus comunidades. Para su pueblo, el bosque es la casa, el espacio que les proporciona todo lo que necesitan para vivir, donde se reproduce la vida, donde habitan sus dioses. Durante más de treinta años, Isidro había luchado contra los taladores ilegales, quienes entran subrepticiamente arrasando con todo, queriendo apropiarse de su territorio. Esta lucha le valió en el año 2005 el premio Goldman, prestigioso premio que reconoce el trabajo de quienes están luchando en defensa del medio ambiente, el mismo premio que ganaron Berta Cáceres, lideresa indígena del pueblo lenca de Honduras, también asesinada el año pasado, y Máxima Acuña, campesina cajamarquina, que sigue viviendo el acoso de la minera Yanacocha.
Isidro tenía solo 51 años y estaba recibiendo numerosas amenazas de muerte. También a su padre lo mataron sicarios en 1986 por su lucha e Isidro tomó su posta. Al recibir el premio Goldman, Isidro lo dedicó a su padre y habló de las razones de su lucha:
”En esta ocasión, los invito a que se sumen a nuestra lucha. Para nosotros los tarahumaras, el medio ambiente es lo más importante, las montañas cubiertas de lo poco que queda del bosque, las plantas medicinales, manantiales de agua y el aire puro. Para nosotros los tarahumaras, todos los cerros son sagrados porque en ellos los Owiruame realizan sus ceremonias para curar enfermedades. Todo el bosque, el cielo, el sol, las estrellas, la luna, lo vemos como seres vivientes con vida y alma al igual que nosotros.”
En Guatemala, la noche del 16 de enero del 2017, Laura Leonor Vásquez, lideresa del Comité en Defensa de la Vida de San Rafael Las Flores, fue asesinada con tiros en la cabeza, por sujetos que no han sido identificados. En el 2013 ella había sido detenida injustamente durante 7 meses por su lucha contra el proyecto minero San Rafael, propiedad de la canadiense Tahoe Resources. Dicha concesión fue otorgada ilegalmente en el marco de una notoria oposición social y de la ausencia de consulta previa, libre e informada. Nunca el Ministerio Público pudo demostrar las acusaciones que le hicieron y que se dieron en pleno Estado de sitio, por lo que tuvo que liberarla, luego de lo cual ella se dedicó al comercio, siendo constantemente difamada y estigmatizada en su actividad, como represalia por la lucha en defensa del medio ambiente.
Mientras tanto, en Colombia, Emilsen Manyoma, de 31 años, lideresa de la Red Conpaz, fue hallada sin vida el 17 de enero del 2017 junto con su esposo, Joe Javier Roda. Fueron salvajemente golpeados y degollados en una zona selvática de El Limonar del Barrio El Progreso, en el distrito especial de Buenaventura. Emilsen desde muy joven se vinculó a la defensa de los derechos humanos. En el 2005, denunció el paramilitarismo y el tráfico de drogas en el barrio Calima y en estos tiempos estaba involucrada en la documentación de asesinatos y desapariciones para la Comisión de la Verdad.
La madrugada del 18 de enero, en Guatemala, fue asesinado por paramilitares Sebastián Alonso, un activista de 72 años que participaba en una manifestación pacífica que se había iniciado en las ciudades Chuj y Q'anjob'al en San Mateo Ixtatan contra el Proyecto Hidroeléctrico Pojom I, que se está construyendo sin el consentimiento de los pueblos indígenas mayas. Diversas organizaciones indígenas que conforman la Coordinación y Convergencia Nacional Maya Waqib’ Kejhan denunciado el asesinato y han dejado en claro que esta situación se debe a que “la llegada de empresas transnacionales a Guatemala ha significado división, confrontación, represión y ha traído consigo muerte y dolor para las comunidades originarias del país, a quienes no solo se ha violentado su manera de vida, sino además se ha atentado contra su forma de subsistencia”.
Van cinco muertos en cuatro días en tres países. En todos los casos, no se sabe quiénes son los culpables, pero sí se sabe por qué luchaban, se sabe que no era por interés personal, sino en nombre de una colectividad, por su pueblo, por la humanidad entera, aunque sus luchas, aquí en nuestra Lima que se mira al ombligo nos parezcan tan lejanas.
Tiempos oscuros acechan, más aún en estos tiempos en que la voracidad del extractivismo está siendo azuzada por el nuevo mandatario del país más poderoso del mundo, quien ha negado que el calentamiento global tenga alguna relación con la acción humana, sino que atribuye el cambio climático a causas naturales. Por ello, ya está empezando sus acciones para que se utilice de manera más intensiva el petróleo y el gas, ordenando que se borre toda referencia al cambio climático e incluso ordenando que no se hable de ello. En pocos días de iniciado su mandato, Trump, a más de aprobar varios decretos que afectan los derechos de las mujeres, acaba de firmar una orden ejecutiva para autorizar que se construya el oleoducto Keystone XL, que transportará petróleo desde la provincia canadiense de Alberta hasta el estado estadounidense de Nebraska. Asimismo, aprobó que se construya el oleoducto Dakota, que fue detenido por el gobierno de Obama en diciembre pasado, gracias a las grandes protestas de los indígenas Sioux que habitan en la región por donde cruzará el oleoducto. La Nación Sioux de Standing Rock ha emitido un comunicado en que afirma que esta orden viola los acuerdos, señalando además que tomarán acciones legales. Dave Archambault, el presidente de la tribu, ha dicho que “los estadounidenses saben que este oleoducto fue desviado injustamente” hacia su terreno, sin consentimiento de la tribu. “Con la ruta actual se corre el riesgo de violar nuestros derechos, contaminar nuestras aguas y las aguas de 17 millones de estadounidenses río abajo.”
Éstas son malas noticias para nuestros países, que con seguridad verán surgir los émulos de Trump que intentarán eliminar los avances que se han dado en el país para enfrentar el cambio climático y profundizar las políticas extractivistas a fin de satisfacer la demanda de minerales, madera, gas y petróleo. Querrán continuar con el acaparamiento de tierras para el monocultivo de biocombustibles, enfrentándose a las comunidades rurales, a comunidades indígenas que mantienen una lucha denodada por la defensa de los bienes comunes y la preservación del futuro de la humanidad. En estos tiempos oscuros, la solidaridad y el compromiso de quienes creemos que tenemos el deber de preservar la naturaleza, de hacer un mundo más equitativo y justo donde quepan todos y todas, se hacen más imperativos. Es un tiempo de juntar nuestras voces, hacerlas oír para que retumben en toda nuestra América, en todo nuestro mundo, cada vez que un defensor o una defensora de los bienes comunes reciba amenazas de muerte o sean asesinados, exigiendo justicia para ellos, para ellas, cada vez que un pueblo se levante defendiendo su tierra, sus ríos, sus bosques, cada vez que se amenace con arrebatar derechos ganados.
Publicado por Noticias SER
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