Martes 28 de mayo 2020
Redactado por: la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos del Peru
La situación de la pandemia del COVID-19 en el Perú se hace cada día más dramática. Con más de 129 mil casos de personas contagiadas y más de 3700 fallecidos, el Perú forma parte de los países con más alta tasa de casos confirmados y mayor mortalidad en el mundo(1) . Pese a la pronta reacción del gobierno, que declaró el estado de emergencia dictaminando medidas como la cuarentena obligatoria, y otras complementarias, los resultados no han sido los esperados. Las regiones de la costa norte del país (Tumbes, Piura, Lambayeque, La Libertad, y Áncash), Loreto e Ica alcanzan las más altas tasas de letalidad del país, superando a Lima de 3 a 6 veces más. Y otras regiones, en la amazonía, como Amazonas y Ucayali, empiezan a incrementar en forma preocupante el mismo indicador(2). Las capacidades y límites del sistema de salud son evidentes, así como las graves condiciones en que trabaja el personal médico. La gravedad de la situación ha sido determinante para que el día viernes 22 de mayo el presidente Martín Vizcarra anuncie la ampliación del Estado de emergencia hasta el día 30 de junio. Si bien algunos sectores como deliverys y servicios técnicos podrán empezar a funcionar, continuará la cuarentena y las medidas de inmovilización social obligatoria.
Reconociendo la importancia de extender la cuarentena y demás medidas de contención sanitaria, es necesario reconocer las causas por las cuales no han funcionado y no funcionará si éstas no se corrigen. En un país con una amplia estructura de empleo informal e independientes, asegurar que las personas se quedarán en sus casas requería adoptar medidas económicas subsidiarias con criterio universal, la debida celeridad y medio de cobro. El primer bono de S/380.00 no ha terminado de pagarse y el siguiente, de S/760, extendido a las familias, apenas ha empezado a distribuirse. Es imposible que se les pida a las familias pasar más de tres meses en cuarentena sin ingresos. A pesar que el gobierno dijo que existían fondos para enfrentar la crisis, se continúa limitando los recursos para las y los peruanos más vulnerables.
La pandemia ha revelado desigualdades estructurales que han conducido a que no todos tengan el mismo riesgo de contagio, y que las zonas más afectadas resulten ser las más pobres y/o desatendidas por el Estado en sus distintos niveles. La gravedad de la situación también alcanza a los pueblos indígenas, principalmente amazónicos, para quienes la respuesta ha sido particularmente lenta e ineficiente. La situación de las personas privadas de libertad en los penales también es crítica, el nivel de hacinamiento, las altas tasas de enfermedades crónicas, los casos de COVID-19 y la desatención del INPE hacen prever un desastre. Las y los migrantes venezolanos, ya expuestos a condiciones de total precariedad, se ven hoy en mayor riesgo por la ausencia de políticas de contención de la pandemia hacia esta población. Del mismo modo, la situación de las mujeres continúa siendo crítica por los casos de violencia y feminicidios que se producen en medio de la inmovilidad social, especialmente cuando el hogar no es un lugar seguro.
Las y los trabajadores vienen siendo afectados no sólo por la crisis sanitaria sino también por la vulneración de sus derechos, como ha ocurrido con la “suspensión perfecta de labores”, medida aprovechada por las grandes empresas para dejar sin pago a miles de trabajadores formales. Así mismo es grave que sectores privilegiados, como la minería y la agro exportación, no hayan paralizado o reducido sus labores, dejando centenares de trabajadores contagiados y afectando el entorno comunitario y social de estos enclaves productivos. El apoyo a la reactivación económica, y la entrega del 12% del PIB, hasta ahora parece priorizar a la gran empresa y el sector financiero.
En las actuales circunstancias, el gobierno y todos los poderes del estado deben constituirse en verdaderos garantes del derecho a la salud y la vida de las y los peruanos, priorizándola, frente a quienes presionan porque se «retome el camino del progreso y desarrollo» responsable de las debilidades institucionales para responder hoy a la pandemia. La reactivación de la economía no puede darse a costa de arriesgar las condiciones de la salud y la vida de las personas.
En este escenario consideramos urgente priorizar lo siguiente:
Finalmente, exhortamos al gobierno y a todos los poderes del estado, en sus distintos niveles, así como a las organizaciones de sociedad civil y a la ciudadanía en general, a priorizar, sumar y coordinar esfuerzos en defensa del derecho a la vida y a la salud de millones de peruanos y peruanas. Del mismo modo hacemos un llamado para avanzar hacia una profunda reforma integral del sistema de salud para que las circunstancias de hoy no se repitan mañana.
Lima, 27 de mayo del 2020
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(1) Fuente: Coronavirus Resource Center de la Johns Hopkins University. Sección: Tendencias Criticas, actualizada al 26- 05-2020. Enlace: https://coronavirus.jhu.edu/data/mortality
(2) Fuente: Sala Situacional del Minsa. Página 1, actualizada al 26-05-2020. Enlace: https://covid19.minsa.gob.pe/sala_situacional.asp
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