Mirtha Vásquez, abogada de Maxima Acuña de Chaupe y directora de Grufides describe las trabas que pone Minera Yanacocha para acceder a Tragadero Grande , que a la vez son un obstáculo para cualquier solución al conflicto.
"Es sábado 13 de enero y Máxima Acuña me pide ir hasta su casa en Tragadero Grande. Hace días le llegaron unas cartas de la empresa minera y como no sabe leer necesita consultarme lo que hay en esas comunicaciones. Quisiera venir a Cajamarca pero ha estado trabajando estos días en Sorochuco (un pueblo cercano a su predio) y no puede dejar más días sola su pequeña casita y su terreno en disputa, porque siempre hay la posibilidad de que ingresen los mineros y destruyan lo que tiene¨.
CÓMO LLEGAR HASTA LA CASA DE MÁXIMA?
Hay dos maneras de llegar a Tragadero, la primera es la carretera de Combayo a Santa Rosa, por la que se llega directo a la casa de Máxima en dos horas, pero esta vía se encuentra tomada por la empresa Yanacocha quien aduce que es de su propiedad y por ello ha colocado tranqueras por varios puntos para controlar quien pasa y quien no. La segunda es una trocha bastante insegura, larga, que pasa por varios distritos y caseríos y toma casi seis horas y media llegar a la entrada a Santa Rosa. Allí también la empresa tiene otra tranquera, sin embargo la ventaja es que aún cuando en ese punto no te dejen pasar en la movilidad, existe la alternativa de caminar por el cerro hasta la casa de Máxima.
"la espesa neblina no deja ver con claridad el sendero"
¨Casi siempre decidimos ir por el segundo camino, el primero está prohibido para cualquier persona que se sepa que va a ver a Máxima, mucha gente amiga, familiares, incluso autoridades al ser detectadas de que van a visitar a los Chaupe son impedidas de pasar, el argumento es el mismo siempre “están en propiedad privada y necesitan autorización previa de la empresa”. La propia familia tiene restringido el transito por esa vía, y muchas veces les impiden el paso, con lo cual tienen que caminar por la montaña varias horas para llegar a su domicilio. Por ello este último sábado decidí ir al lugar por la segunda vía.
EL TRAYECTO Y LA LLEGADA A TRAGADERO
Es época de lluvias y la carretera está llena de lodo, huecos, hay deslizamientos en varios tramos, y rocas grandes han caído impidiendo el paso regular, la espesa neblina no deja ver con claridad el sendero y los abismos al borde del camino son parte del paisaje que acobarda mirar.
Siete horas después llegamos a la tranquera “Santa Rosa”, donde como es usual sale un vigilante de la empresa y nos pide identificarnos, yo voy acompañada de dos amigos.
"son ordenes superiores"
Nos pregunta a dónde nos dirigimos y por supuesto decimos la verdad, vamos a ver a Máxima. Registra nuestra movilidad y luego toma un teléfono reportando a su supervisor nuestras identidades. Se acerca después de varios minutos y nos comunica que No podemos pasar. Le pregunto la razón, me dice que son órdenes superiores y que para poder pasar yo tendría que haber pedido permiso previo a la oficina de Relaciones comunitarias de la empresa, le pido me explique el porqué, si no voy a la mina, voy a la casa de una persona particular, pero no me da ninguna razón. Le pido el nombre del supervisor o la persona que negó mi ingreso, me dice que no lo puede decir, le pregunto su nombre y dice que no está autorizado a darlo, entonces procedo a tomarle una fotografía para registrarlo y no me queda más que dejar la movilidad y caminar para llegar a la casa. Una camioneta blanca con personal de la empresa dentro que nos sigue en todo el trayecto.
"Una camioneta blanca con personal de la empresa...nos sigue en todo el trayecto"
Al llegar a la pequeña casa de Máxima la encontramos a ella y su nuera Maribel bastante decaídas, el frio intenso del tiempo ha provocado más que un resfriado, Maribel está tirada en la cama sin poder caminar por el dolor del cuerpo, tiene fiebre y una intensa tos. Conversamos de atender con urgencia la salud de ambas porque no pueden estar así.
Pronto vuelve la intensa lluvia esta vez acompañada de granizo y el viento de los 4000 metros nos hiela los huesos. Con la poca señal de comunicación que tenemos llamo al chofer y le pido insistir en la tranquera que lo dejen pasar, tenemos personas enfermas y no podemos caminar en estas condiciones hasta allá. Me comunica que le dicen que no es posible.
SOLO QUEDA PRESIONAR AL MAS ALTO NIVEL
Decido llamar al Ministerio del Interior, y logro comunicarme con un funcionario, le explico la situación y me dice que verán qué pueden hacer, aunque no me aseguran nada. La señal del celular nos deja por largos ratos debido al tiempo, tengo que subir a lo alto de una loma para seguir buscando conexión; la neblina se pone más intensa y pienso que aunque quisiéramos no podemos llegar así hasta la movilidad, y menos trasladar a Maribel en esa situación. Peor aún, es muy riesgoso regresar por la carretera que hemos usado para venir, debido a los deslizamientos que pueden haberse empeorado.
Al cabo de un buen tiempo, tras varias llamadas, me dicen del Ministerio del Interior que han conseguido comunicarse con un funcionario de la empresa en Estados Unidos y que acaba de dar la autorización de que nuestro vehículo pueda pasar a recogernos y de salir por lo que llaman “su carretera” hasta Cajamarca. Por fin llega la movilidad cerca de la casa y sacamos con dificultad a Maribel, Máxima a pesar que también está mal decide no venir con nosotros, “los mineros se darían cuenta que dejamos solo el terreno y pueden hacer cualquier cosa aquí”, “yo no estoy tan mal, llévensela a ella, yo me quedo aquí”. No podemos convencerla y ya es muy tarde, tenemos que salir del lugar para llevar a Maribel a un servicio médico. Nos dejaron salir pero no sin antes pasar por sus controles en donde nos vuelven a pedir identificación y registrar qué llevamos dentro del vehículo.
EL SENTIMIENTO DE MÁXIMA Y LA IRONÍA DE LA EMPRESA
Duele, sí duele en lo más profundo del alma. Cómo es posible que se haga vivir a una familia en tan miserable situación, donde su vida, su libertad, sus mínimos vínculos sociales dependen de una empresa y su pervertido poder. Nadie puede imaginar la impotencia y la rabia que se experimenta a cuatro mil metros, cuando el temor y la desesperación se conjugan, cuando solo el inclemente clima acompaña, cuando sabes que dependes de una decisión que estúpidamente la tiene que tomar alguien que está cómodamente en otro país .
Antes de salir y durante todo este lapso de tiempo de espera, podemos escuchar a Máxima es sus reflexiones y lamentos a lado de sus ollas y su fogón: “como ven estamos casi secuestrados, si algo nos pasa nadie nos puede ayudar” “el clima no nos asusta, estamos acostumbrados a vivir así, pero a lo que no nos acostumbramos es a lo que éstos nos hace, ahora mi vida depende de ellos”, “tan miserables pueden ser, qué podemos hacer caminando o pasando en un carro sobre su carretera”, “ahora me insisten con diálogo, cómo puedo dialogar con una maldita empresa que desde que llegó no me deja libre” Máxima llora amargamente.
En el camino de regreso abro las cartas que la empresa le mandó a Máxima, me llama la atención sus frases principales “.. queremos enfatizar en el dialogo como mecanismo para hallar una solución(..) reducir tensiones y promover un diálogo honesto y transparente (…)”. Tiene que ser una broma me digo."
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