Publicado por la SPDA
En un artículo publicado en el diario Gestión, el director ejecutivo de la Sociedad Peruana de Derecho ambiental (SPDA), Pedro Solano, hizo referencia a los intentos de la Sociedad Peruana de Hidrocarburos (SPH) y Perupetro por modificar la Ley de Áreas Naturales Protegidas (ANP) para que se permitan siempre actividades de hidrocarburos dentro de estas zonas, se reduzcan exigencias administrativas y ambientales para operar en estos espacios, y se prohíba establecer nuevas ANP que se superpongan con lotes de hidrocarburos.
Según Solano, ya existen antecedentes sobre modificaciones (como la ley 30230, o “paquetazo ambiental”) y reducción de exigencias ambientales, pero estos no lograron que las empresas “ni invertir más ni disminuir sus pasivos ambientales y sociales”.
También resaltó que sí existen empresas con buenas prácticas que trabajan dentro de áreas naturales protegidas y que los cambios en la legislación, para ellos, son irrelevantes.
“Actualmente hay siete áreas protegidas con contratos de hidrocarburos activos, que demuestran que hay seguridad jurídica, respeto a los derechos preexistentes y sobre todo una buena relación entre empresas, Gobierno y poblaciones locales; con todo lo difícil que esto resulta en un país como el nuestro”, destacó Solano.
Lee el artículo completo:
Perú, país moderno con petroleros del pasado
Escribe Pedro Solano / Director ejecutivo de la SPDA
La Sociedad Peruana de Hidrocarburos (SPH) y Perupetro han insistido en las últimas semanas en que debe modificarse la Ley de Áreas Naturales Protegidas (ANP), de modo que estas permitan siempre actividades de hidrocarburos, que se reduzcan exigencias administrativas y ambientales para operar en estos espacios y que inclusive quede prohibido establecer nuevas ANP que se superpongan con lotes de hidrocarburos.
También piden que se prohíba a los jueces admitir demandas por incompatibilidades entre hidrocarburos y ANP. La idea subyacente es que el aprovechamiento de hidrocarburos es prioritario sobre cualquier ANP. Este discurso, en los primeros días del nuevo Gobierno, busca convencernos de que modificando las normas de ANP el sector podrá invertir más y que esa inversión nos traerá progreso y desarrollo a todos los peruanos. Y la pregunta natural entonces es: ¿lo hará?
Una revisión rápida nos muestra que en el pasado las modificaciones para aliviar la “carga ambiental” de las empresas no las hizo ni invertir más ni disminuir sus pasivos ambientales y sociales. La famosa Ley 30230 o “paquetazo ambiental” que disminuyó atribuciones directas del sector Ambiente no generó un solo contrato nuevo. Los reiterados derrames de petróleo en la Amazonía parecen decirnos también que las famosas medidas correctivas, en vez de las sancionadoras, tampoco han servido para mejorar la conducta de las malas empresas.
Felizmente, tenemos dentro del sector un grupo de buenas empresas que trabajan bien dentro y fuera de las áreas protegidas desde hace muchos años. A ellas estos cambios legislativos les resultaron irrelevantes. Actualmente hay siete áreas protegidas con contratos de hidrocarburos activos, que demuestran que hay seguridad jurídica, respeto a los derechos preexistentes y sobre todo una buena relación entre empresas, Gobierno y poblaciones locales; con todo lo difícil que esto resulta en un país como el nuestro.
Hace poco, el presidente Kuczynski y el ministro Zavala nos hablaban de su esperanza de convertir al Perú en un país moderno de cara al bicentenario. Los países modernos tienen estándares ambientales que cuidan la salud y la vida, reducen emisiones, protegen y ponen en valor a su patrimonio natural y cultural como una expresión de identidad, respeto al pasado y visión de futuro.
El paradigma de ser moderno exige integrarse a un mundo globalizado y dejar de mirarnos al ombligo: nuestras pretensiones ante la OCDE, los TLC y APEC imponen compromisos de no regresión en la normatividad ambiental, de enfrentar el cambio climático, promover la economía verde, mantener cobertura forestal y gestionar áreas naturales protegidas.
Las economías europeas y de muchos países “modernos” se orientan hacia el reemplazo progresivo de su matriz energética para sustituir el petróleo, invierten millones en recuperar su infraestructura natural como las fuentes de agua y los bosques, promueven ciudades sostenibles. Tenemos muchísima suerte en el Perú de contar con una infraestructura natural espectacular a la que muchos países modernos aspiran. De la manera que la administremos dependerán nuestras oportunidades, y ojalá sea con una visión de este siglo y no con la del siglo pasado.
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