Por Jorge Agurto
4 de junio, 2016.- El domingo 5 de junio se llevarán a cabo las elecciones en segunda vuelta o balotaje para definir al nuevo presidente o presidenta del Perú. Descartada la opción popular y democrática representada por Verónika Mendoza y el Frente Amplio, que ocupó el tercer lugar, ahora se disputan la presidencia dos opciones de derecha, continuadoras del actual modelo neoliberal, y que no aseguran cambios sustanciales a favor de la igualdad y la democracia.
El escenario es francamente tenebroso si consideramos que por un injusto y antidemocrático sistema electoral el fujimorismo que obtuvo menos del 24 por ciento de los votos emitidos acumule más del 56 por ciento de las curules lo que le otorga una abultada mayoría parlamentaria de 73 congresistas de un total de 130.
El dilema que se ha abierto en el campo popular y democrático es si por una posición "de principio" debemos abstenernos de votar por una u otra opción y viciar o dejar en blanco nuestro voto en señal de protesta y cuestionamiento al carácter seudodemocrático de las elecciones y en rechazo a las dos opciones de derecha en contienda.
Esta posición "principista" se ha visto en entredicho debido al estrecho margen entre las dos opciones electorales y debido a las grandes diferencias que representan una y otra opción electoral.
Si esta posición "principista" estuviera acompañada de una capacidad de respuesta popular o acción política masiva podría sostenerse. Pero la situación encuentra al pueblo democrático en un lugar débil, sin una capacidad de injerencia política directa.
En este contexto un gobierno fujimorista, además con mayoría en el Congreso de la República, representa un enorme riesgo y una amenaza con elevado costo para las libertades democráticas que hay que sopesar con realismo y decisión.
El fujimorismo es una agrupación política mafiosa, delincuencial, con fuertes vínculos a la corrupción y al narcotráfico. Los tíos paternos de Keiko Fujimori: Rosa, Juana y Pedro Fujimori son prófugos de la justicia. Además el actual fujimorismo tiene operadores políticos que actúan entre bambalinas, que proceden de las fuerzas armadas, que fue el partido político de Alberto Fujimori.
La popularidad de la que goza el fujimorismo se debe en gran parte al dispendio millonario de recursos, muy probablemente vinculados a la corrupción y al lavado de activos. Este populismo ha envilecido a gruesos sectores de la población que se han acostumbrado a recibir dádivas a cambio de la simpatía política.
No hay que olvidar que el fujimorismo ha contribuido a convertir la política en un espectáculo de masas, carente de ideas y principios, implementando un pragmatismo efectista y demagógico. No en vano Laura Bozzo fue una importante aliada política de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos. Siguiendo esta política, en su mitin de cierre Keiko Fujimori exhibió figuras populares como el cómico Melcochita y el futbolista José Luis "Puma" Carranza.
A diferencia de PPK, el fujimorismo tiene larga trayectoria en pisotear los derechos humanos, hacer demagogia, mentir con descaro, justificar lo injustificable, proteger y encubrir sus delitos y poseer fuertes y estrechos vínculos con la corrupción y el narcotráfico,
No en vano la DEA investiga al actual congresista y ex secretario general del partido fujimorista Joaquín Ramírez, uno de los principales financistas de las campañas de Keiko Fujimori, quién en pocos años pasó de cobrador de combi a ser un sujeto millonario que no puede explicar el incremento de su patrimonio en millones de dólares que maneja a través de decenas de empresas.
Un tema clave es además la práctica del autoritarismo. No en vano Keiko habla con insistencia de la "mano dura", que "no le temblará la mano", "que tiene bien puesto los pantalones" y como una muestra simbólica de su fuerza moviliza a los reservistas, ex licenciados del Ejército, como una fuerza civil de choque contra los opositores. Y es que el fujimorismo es violentista, agresivo, de entraña fascista.
En mi opinión la opción de marcar PPK para intentar frenar o bloquear al fujimorismo es correcta en las actuales circunstancias. Ojo: no se trata de endosar un apoyo político o respaldar la propuesta electoral de PPK como lo deducen automáticamente algunos periodistas como Nicolás Lúcar, de manera tonta, absurda o quizás interesada (vaya uno a saber).
El asunto es simple, claro y directo. Se trata de enfrentar a un enemigo principal que constituye una amenaza mayor. No se trata solo de una disputa entre grandes o al interior de los grupos o clases dominantes. El desenlace pone en peligro las libertades democráticas alcanzadas hasta hoy y amenaza con agravar las condiciones actuales en que se desenvuelve la lucha por los derechos humanos y democráticos. Si gana el fujimorismo estaremos dando paso a un nuevo régimen, autoritario, fascista, delincuencial.
El llamado de Verónika Mendoza y el Frente Amplio a marcar la opción PPK me parece maduro, oportuno y correcto. De hecho, implica asumir riesgos y someterse a la crítico de los "principistas" que nada arriesgan y prefieren quedarse solo en una actitud crítica o de resistencia, que si bien es respetable, en mi opinión personal no valora y no es consciente de su propio protagonismo.
Participar activamente en la lucha electoral bloqueando al fujimorismo es una necesidad insalvable, histórica, moral. En las actuales circunstancias votar en blanco o viciado es lavarse las manos ante una amenaza inminente. Marcar la opción PPK es participar activamente en este bloqueo al fujimorismo y ganar espacio a favor de una actuación política oportuna, inteligente y responsable, sin complejos ni prejuicios al qué dirán.
Debe quedar muy claro que el fundamento de la lucha del pueblo peruano reside en su autonomía frente a los grupos de poder y en el desarrollo y aplicación de su programa progresivo por alcanzar la plenitud de los derechos a la vida, al trabajo, a la educación y a la democracia, entre otros, que han venido siendo conculcados por los diferentes gobiernos y que sin duda también serán vulnerados por una u otra opción política ganadora.
Sin embargo, el fujimorismo representará un enorme costo político para las libertades democráticas en términos de vida e institucionalidad democrática.
Si ganara PPK este tendrá que rearmar un gobierno de coalición democrática de ancha base, que sin bien tendrá una orientación derechista, buscará, por lo menos, respetar las formas democráticas. Asimismo, tendrá mayores dificultades para implementar un deliberado plan autoritario y le costará aprender a aplicar las mañas y malas artes en las que el fujimorismo es ducho. En este sentido un gobierno de PPK ofrecería mejores condiciones para defender y obtener triunfos a favor de los derechos del pueblo.
Pero la lección principal es que es imprescindible trabajar con fuerza, intensidad y nuevos métodos por fortalecer la capacidad de resistencia y propuesta del pueblo peruano frente a los embates del nuevo gobierno, sea cual fuera, y esto no admite dudas.
Fuente: Servindi
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