Grufides, Martes 11 de julio 2017
Redactado por Mirtha Vásquez
Estas semanas se está hablando en el país reiteradamente del olvido y la impunidad. Gran parte de la sociedad civil, con justos motivos, está preocupada por el indulto a Fujimori y la nefasta forma de cómo se pretende desconocer un terrible pasado marcado por brutales abusos, pisoteo a derechos, execrables crímenes; porque a eso equivaldría un indulto, al desconocimiento de la justicia, a ignorar las víctimas, y a un nefasto efecto de impunidad.
Y es justamente porque en este país poco o casi nada hemos logrado en términos de justicia oportuna, eficaz y cabal en materia de derechos humanos, por lo que aún en actuales momentos volvemos a repetir escenarios similares.
En los últimos años, los gobiernos “democráticos” post Fujimori, han vuelto -en precisas ocasiones- a cometer serios atropellos y más crímenes en contra de ciudadanos; ello nos hace recordar las prácticas de esa terrible etapa de la dictadura, ajena al respeto por la dignidad de las personas, pero además nos generan conciencia de que esa época no se superaba mientras los métodos de tan nefasto momento permanezcan filtrados en las diversas esferas de este Estado.
Al menos 149 muertos desde el 2002 hasta la fecha, son atribuibles a los gobiernos de la “democracia” en los conflictos sociales. Personas asesinadas, víctimas de las armas, del uso indiscriminado de la violencia estatal, del autoritarismo. Ninguno de estos casos ha sido investigado debidamente, menos con justicia y reparación para las víctimas. Que duda cabe entonces de se mantiene vigente la herencia política de aquel entonces, determinada por la subvaloración de derechos humanos y la consecuente práctica de impunidad.
La muerte de cinco ciudadanos en el 2012 en Celendín –Cajamarca, incluyendo un menor de catorce años, expresa la persistencia de esos métodos. Los asesinatos fueron producto del mecanismo privilegiado por el Estado de represión y violencia ante manifestaciones democráticas de la población. Se perpetraron a través del ejercito y el uso incontrolado de las armas, y durante la investigación el propio Estado blindó a los asesinos, negando reiteradamente información para identificarlos . A lo que se suman la promulación de leyes generadas para proteger a militares y policías involucrados en estos sucesos, que abonaron para que no se les investigue; para que finalmente el caso haya sido archivado por “falta de pruebas”. El circulo de la impunidad tan presente en otras épocas, también ahora se ha cerrado, y como complemento del mismo, el olvido, que opera como implacable sello para concretar la injusticia.
Como en otros casos, existe sociedad civil que se resiste a aceptarlo, por ello este 3 de julio reciente, la población de Celendín salió a las calles, no solo para recordar aquel fatídico día, sino para clamar por justicia y exigir respeto por la dignidad de ese pueblo y sus víctimas, y aunque saben que sus voces han sido poco escuchadas, no desistir es su digna consigna.
El Estado pretende voltear la página e ignorar estos fatales episodios, la misma práctica de la dictadura para concretar la injusticia y la impunidad; toca entonces a toda la sociedad civil la responsabilidad de la reacción, ayudar a potenciar estas voces por justicia, porque tolerar estos hechos, nos condena y expone a todos ser víctimas de similares actos vejatorios.
Los deudos de la dictadura fujimorista nos recuerdan siempre que “las páginas de la historia se deben escribir con memoria, verdad, y justicia”, hoy más que nunca sabemos lo fundamental de hacer posibles estas exigencias, como única garantía de que en nuestro Estado no se toleren más crímenes y violaciones de derechos humanos, sobre todo de los más pobres y vulnerables de este país.
Fuente: Noticias SER,
http://www.noticiasser.pe/05/07/2017/cavilando/conga-olvido-e-impunidad
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